¿En verdad este país es anómalo? Así lo cree –en un lúcido y contundente artículo- el escritor Javier Marías, quien en el suplemento semanal de El País, se preguntaba ayer: “¿Qué ha pasado (…) para que hasta el colectivo de personas que merecía –y tenía- toda nuestra compasión, nuestro respeto y nuestro apoyo se esté convirtiendo en uno de los grupos sociales más antipáticos, irrazonables, verbalmente agresivos y –lo que es peor- temibles?” Ese colectivo, según Marías, es el de la actual Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT).
“Desde que el señor Alcaraz se puso al frente de la AVT, ésta ha pasado a ser, para gran parte de la población, algo con lo que más vale no cruzarse ni encontrarse en la calle”, sostiene Marías. Refiriéndose a Alcaraz, el autor del artículo precisa que “ese dirigente” utiliza a las víctimas como “brazo manifestante de la extrema derecha mediática, encabezada por la emisora radiofónica de los obispos siembracizañas”.
Narra Marías que una amiga suya, “el día del primer atentado mortal de ETA (…) que vive cerca de Sol, se acercó tranquilamente a uno de los quioscos de esa plaza para comprar el periódico (…) Allí estaban congregados los miembros de la AVT, con pancartas llenas de insultos y disparates, pidiendo, a estas alturas, “la verdad sobre el 11-M”, y acusando no tanto a ETA, que acababa de dinamitar Barajas, cuanto al Gobierno socialista. Mi amiga compró El País, como suele (…) Algunos manifestantes, muy cerca de ella, gritaban: “!Hay que fusilar a Zapatero! Hay que fusilarlos con una Parabellum!””. Total que esos individuos que eran “guerracivilistas”, afirma Marías, “se pusieron a seguirla en su recorrido y a llenarla de improperios”. Le llamaron: “!Perra, roja, miliciana, guarra!”, Montaron en cólera al advertir el diario que llevaba.
Lo mismo le ocurrió al cajero de un banco, el cual se lo explicó a la amiga de Marías días después. Ser víctima no da la razón Acaba su comentario el citado escritor con estas consideraciones: “Hay que decirlo una vez más: a las víctimas de ETA hay que compadecerlas, alentarlas, ayudarlas (…) Pero ser víctima no da la razón, ni hace más sabio, ni convierte a nadie en santo, ni lo exime de su obligación de respeto hacia los demás ciudadanos. Si una víctima delinque, no por eso deja de ser víctima, pero pasa a ser también un delincuente. Y si una víctima persigue e insulta a quien le lanza una mirada o lee el diario que le apetece, tampoco dejará de ser víctima, pero además se habrá convertido en un energúmeno, un intolerante, un enemigo de la libertad y un miserable.
Que el señor Alcaraz, de quien las Víctimas están siendo víctimas en los últimos tiempos, se pare a pensarlo un minuto, y se aplique el cuento”.
(elplural.com)
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3 comentarios:
buf buf... no s'entén!
Àlex, ja saps que quan obrim el teu blog ens surt un anunci de tons per a mobil amb una musica absolutament hortera!!!???
No, no ho sabia. Ja miraré què passa.
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