Desgraciadamente, todo vuelve a estar donde estuvo (o bastante cerca).
ETA, matando.
El PP, vociferando, utilizando la violencia etarra en beneficio propio. Calculando cínicamente qué réditos electorales puede aportarle la cerrazón mental de quienes aún piensan que sus ideas deben defenderse con la violencia, la amenaza, la agresión y el pistolerismo.
Y el presidente Rodriguez Zapatero convirtiendo sus sinceras y honestas ansias de paz en una apuesta excesivamente personalista. Los procesos de paz necesitan más consenso porque sufren altibajos y resultan siempre alambicados y lentos, muy lentos. Un estadista no debe transmitir ese exceso de optimismo, que fácilmente se volverá en su contra. La prudencia, ahí, es un punto a favor de quien se obstina en conseguir la paz.
De todo este proceso (que sigue abierto, pero menos que ayer) lo más detestable y despreciable, después de la propia obstinación de ETA y de su miseria moral, es la pequeñez de los dirigentes del PP, incapaces de anteponer los intereses colectivos a los suyos propios. En ningún otro país democrático existe una oposición capaz de hacer todo lo posible por dinamitar la via hacia la paz, pensando únicamente en las siguientes elecciones.
lunes, enero 01, 2007
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