lunes, marzo 06, 2006

¿La via española al golpe de Estado?



La via chilena al golpe de Estado es el título de un libro poco conocido de Manolo Vázquez Montalbán. Lo publicó en diciembre de 1973, sólo tres meses después del golpe militar que acabó con el gobierno legítimo constitucional de Salvador Allende. Y digo bien que acabó con el gobierno, porque una de las ideas que refleja el libro es que en realidad la Unidad Popular nunca alcanzó el poder, sino simplemente el gobierno.

El ensayo de Vázquez Montalbán, aunque apresurado y por tanto no muy elaborado, venía a demostrar hasta qué punto aquel golpe fue fruto de una estrategia política, militar, económica y social que (con la colaboración del gobierno de los Estados Unidos) se fue desarrollando, según un plan previamente trazado, durante un par de años, desde el momento mismo en que la izquierda accedió (por accidente?) al poder. Todo lo que en el libro se expone ha sido estudiado y constatado después con una gran profusión de datos. En realidad, su mérito principal fué la capacidad del autor de comprender en tan poco tiempo cómo había funcionado el montaje que supuso la via chilena al golpe militar.

En las últimas semanas he pensado varias veces en el libro de Vázquez Montalbán. Entre otras razones porque me ha visitado un amigo peruano que prevé presentarse como candidato a las próximas elecciones presidenciales. Y me dijo: "Ustedes están permitiendo que la derecha se adueñe de la calle. Vayan con mucho cuidado, porque no hay nada más desestabilizador".

Y es cierto que la derecha extrema española no sólo le ha cogido gusto a la ocupación de la calle, sino que con su populismo fácil está recuperando también un amplio espacio en el terreno del discurso. El franquismo estuvo mal visto durante muchos años en nuestro país, como debía ser. Pero si ha servido para algo el aznarismo (o la aznaridad, en expresión del propio Manolo) ha sido sobre todo para desacomplejar a los franquistas y otros fachas que en España han sido, aunque hasta hace bien poco lo fueran más bien con disimulo. Ya sólo nos faltaba ver este fin de semana a la momia afirmando que los del 23-F fueron unos buenos chicos.

Y no es casualidad que todo esto suceda justo cuando tenemos un gobierno progresista que ejerce como tal y sin complejos, y que se atreve a poner en entredicho los dogmas políticos y religiosos de la derecha nacionalcatólica.

Esto no es Chile, ni estamos en 1973 (hoy ni siquiera Chile es el Chile de 1973, por fortuna), pero me parece evidente que podemos hablar también de una estrategia indecente y poco democrática del PP por intentar recuperar el poder por la via de la desestabilización. Aunque para ello pongan en peligro la cohesión social y la convivencia. Y aunque tengan que mentir y negar su propio pasado. ¿Será ésta la via española al golpe de Estado?

3 comentarios:

Jordi Pedret dijo...

Me temo que algunos están en ello. Luego del viaje al centro que les ha hecho desplazar las manifestaciones de la Plaza de Oriente a la Puerta del Sol y luego al confortable Barrio de Salamanca, la derecha de este país, casi enterita en el seno del PP, está en el monte de la negación de los principios democráticos.
Gabriel Elorriaga, portavoz parlamentario, comprende el pronunciamiento del Capitán General de Sevilla. Fraga Iribarne conmemora el 30º aniversario de los asesinatos de los obreros de Vitoria diciendo que los golpistas del 23-F estaban cargados de buenas intenciones. Francisco José Hernando, presidente del Consejo General del Poder Judicial, dice que el Congreso no le puede controlar, porque el control es "en" el Parlamento, pero no "del" Parlamento, porque lo deciden los partidos. Y aún proclaman que han de "dejarse de complejos", mientras el posible futuro Cardenal de Toledo, dice que el Gobierno hace una revolución "laicista y neomarxista".
Muy adecuado a los usos democráticos no parece el conjunto de las actuaciones de la derecha, pero lo peor es la semilla de desligitimación de las instituciones.
Ante ese peligro creo que, aunque suene anticuado, ha de plantearse el combate ideológico. Cada vez que callamos ante una barbaridad proto-fascista, parece que demos la razón a quienes la dicen, y así se pierde el terreno del debate.

Àlex Masllorens dijo...

Jordi,

Una vez más, estoy de acuerdo contigo. Hay que recuperar el liderazgo en el terreno de las ideas. Ofrecer proyectos de vida justos y solidarios e ilusionar al personal. La izquierda lo ha hecho y puede, y debe, continuar haciéndolo.

Portobello dijo...

Miedo me da. Toda esta rabieta que tiene la derecha, que ahora ni siquiera se permite disimular más su ala derechona, (como hizo en la transición) tal vez no sea para levantar las manos, pero si estar atentos, porque detentan mucho dinero y por lo tanto mucho poder en esferas que meten el dedo en la llaga. Un abrazo