lunes, abril 12, 2010

Por un ocio inteligente

Puede resultar un ejercicio interesante intentar trazar el retrato robot de una sociedad a partir de la forma como se relaciona y se divierte su juventud. En el caso de la nuestra, parece claro que una proporción demasiado alta de personas ocupan su tiempo libre, que es mucho, frente a los ordenadores cuando están solos, o bebiendo y fumando en la calle y en bares cuando andan con amigos y conocidos. No son todos así, no caigamos en los tópicos de siempre; hay una juventud sana y comprometida en la mejora del mundo. Pero la proporción no es la que sería deseable. Y no se fomenta bastante un ocio alternativo, falta oferta cultural atractiva durante los horarios de holganza. Se deberían ofrecer más alternativas a esa franja de población cuyo mundo no va mucho más allá de internet, wifis, discotecas o botellones. Dibujar un mapa con los valores que se quieren fomentar resultaría fundamental para dar un vuelco a los que hoy son dominantes.

Podemos copiar algún experimento más o menos lejano, como el del Liceo Rongotai de Wellington, en Nueva Zelanda, que lleva dos cursos con un innovador sistema de recompensas para fomentar la lectura de literatura en papel entre sus alumnos. Los incentivos van desde una simple coca-cola, un abono para el metro, una entrada para el cine, una recarga para el móvil, una sudadera... y hasta un vale para comprar ropa para los tres alumnos más lectores del colegio. Los préstamos de libros en la biblioteca del centro se han multiplicado y algunos alumnos han reconocido que aprecian mucho más el placer de la lectura. Pero tenemos también éxitos propios que pueden inspirar nuevas propuestas. Barcelona puede alardear de haber apostado desde hace años por construir muchas y buenas bibliotecas. Y están llenas a todas horas, en laborables y festivos. Incluso cuando abren por las noches para ofrecer espacios tranquilos a los estudiantes. Del mismo modo, la apertura excepcional de museos por la noche, o la gratuidad de los primeros domingos de mes por la mañana y de todos los domingos por la tarde, han sido prácticas muy exitosas. Habría que pensar en otras opciones de ese estilo. Es fácil quejarse de cómo es la juventud, lo difícil es estrujarse el cerebro imaginando ofertas alternativas de ocio inteligente. Una responsabilidad que nos atañe a todos.

1 comentario:

Martí Casares dijo...

És cert, Àlex: les bilioteques funcionen de conya en aquest país.
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