
Podemos copiar algún experimento más o menos lejano, como el del Liceo Rongotai de Wellington, en Nueva Zelanda, que lleva dos cursos con un innovador sistema de recompensas para fomentar la lectura de literatura en papel entre sus alumnos. Los incentivos van desde una simple coca-cola, un abono para el metro, una entrada para el cine, una recarga para el móvil, una sudadera... y hasta un vale para comprar ropa para los tres alumnos más lectores del colegio. Los préstamos de libros en la biblioteca del centro se han multiplicado y algunos alumnos han reconocido que aprecian mucho más el placer de la lectura. Pero tenemos también éxitos propios que pueden inspirar nuevas propuestas. Barcelona puede alardear de haber apostado desde hace años por construir muchas y buenas bibliotecas. Y están llenas a todas horas, en laborables y festivos. Incluso cuando abren por las noches para ofrecer espacios tranquilos a los estudiantes. Del mismo modo, la apertura excepcional de museos por la noche, o la gratuidad de los primeros domingos de mes por la mañana y de todos los domingos por la tarde, han sido prácticas muy exitosas. Habría que pensar en otras opciones de ese estilo. Es fácil quejarse de cómo es la juventud, lo difícil es estrujarse el cerebro imaginando ofertas alternativas de ocio inteligente. Una responsabilidad que nos atañe a todos.
1 comentario:
És cert, Àlex: les bilioteques funcionen de conya en aquest país.
records
Publicar un comentario