La propuesta más justa y más sensata que se ha hecho hasta hoy ha sido la de celebrar un referèndum sobre la autodeterminación, pero creo sinceramente que esa vía ya es imposible. Argelia mantiene su apoyo a la autodenominada República Arabe Saharaui Democrática como uno de los frentes en su guerra particular con Marruecos. Y los refugiados saharauis siguen en Tinduf y sobreviven gracias a la ayuda humanitaria. El tiempo juega ineludiblemente a favor de Marruecos. Es por ello que los tímidos intentos de la comunidad internacional para llegar a acuerdos han sido siempre papel mojado. Al reino alauí sólo le ha interesado y le sigue interesando demorar la solución final. No ha aceptado ni aceptará jamás un acuerdo que suponga rebajar sus pretensiones de anexión del territorio y de asimilación por la fuerza de la población saharaui.
Por eso me parece oportuno volver a poner sobre la mesa la cuestión de una posible partición del territorio del Sáhara Occidental para dar una respuesta definitiva al problema. Si la comunidad internacional no lo impide, una vez más el pez grande va a comerse al chico. No hay que despreciar la actuación de NN.UU en el Sáhara: sin su presencia, la anexión por parte de Marruecos haría tiempo que se habría consumado. Las dimisiones y los fracasos de los enviados especiales y los intereses de algunas potencias, antes o después, van a acelerar el proceso por la via de los hechos y las decisiones se tomarán de forma precipitada. Por eso hay que volver a plantear nuevos escenarios. Uno de ellos, la partición del Sáhara Occidental. En el Acuerdo de Madrid, el territorio asignado a Mauritania era aproximadamente una tercera parte de los cerca de 226.000 km2 del total del territorio. Y Marruecos firmó ese acuerdo, lo que dejó en su día constancia escrita y solemne de su renuncia a esa parte del Sáhara. A partir de ahí, todo estaría abierto.
Otra frontera posible, más justa con los saharauis, pasaría por el paralelo 24. En ese caso, el territorio que les correspondería incluiría la ciudad de Dajla y su pequeña península, con lo que la zona saharaui mejoraría sustancialmente y, sobre todo, se podrían prevenir posteriores conflictos al evitar que hubiese un enclave marroquí prácticamente dentro de territorio de la RASD.
Sería, sin duda, una operación enormemente compleja, que debería ir precedida de nuevas conversaciones, discusiones y acuerdos y, posteriormente, traslados de población, intercambios de prisioneros y migraciones de personas en una y otra dirección. Esta fórmula significaría también la aceptación y el reconocimiento, por parte de la comunidad internacional, de un nuevo Estado en el Magreb. Y el compromiso de NN.UU de acompañar durante un tiempo todo este proceso, para asegurar que se llevase a cabo respetando los derechos humanos y cumpliendo con la legalidad internacional.
(artículo que he publicado en La Vanguardia el 8 de enero)
1 comentario:
Àlex, precisamente es ahora que se ha conseguido ese reconocimiento internacional cuando menos que nunca hay que dar ningún paso atrás. Con Marruecos no hay que negociar nada más que un referéndum justo y con todas las garantías. Y sinceramente, yo sí creo que es el momento en que la comunidad internacional puede dar el paso de respaldar esa solución.
Por otra parte el Frente Polisario liberó hace ya 4 años y medio a los últimos 404 prisioneros de Marruecos en una operación supervisada por la administración de EEUU. Actualmente los únicos prisioneros del conflicto son saharauis que están en las cárceles marroquíes. Y Marruecos los únicos pasos que da en ese sentido, como por desgracia ya sabemos, es continuar aumentando la cifra de detenidos.
Ha habido un cambio significativo, el Sáhara ha vuelto a primera plana de los medios y cada vez es mayor la movilización personas y entidades por la causa saharaui. El tiempo no juega a favor de Marruecos y la prueba precisamente son los signos de nerviosismo que el gobierno marroquí demuestra.
No me parece justo que le hagamos el juego
Recibe un cordial saludo
Julián García García
Publicar un comentario