martes, enero 12, 2010
lunes, enero 11, 2010
La Unión Militar Democrática
(para leer la versión en castellano) http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=676983&idseccio_PK=1006&h=
Ha passat un mes i no surto de la meva sorpresa al comprovar la gairebé nul·la repercussió que ha tingut als mitjans la declaració institucional que el Consell de Ministres va aprovar al desembre com a reconeixement als militars que van col·laborar decididament en el procés d’evolució cap a un règim democràtic a Espanya. L’ordre del Ministeri de la Presidència fa especial èmfasi en aquells militars que en defensa d’aquests ideals van arriscar la seva carrera i promoció professional i fins i tot la seva llibertat personal com a membres de la Unió Militar Democràtica (UMD). Potser, el silenci dels mitjans i el desinterès social es deuen sobretot al fet que l’acció del Govern arriba tard i amb discreció excessiva. Fa uns mesos, la Comissió de Defensa del Congrés dels Diputats ja havia instat l’Executiu a «rendir homenatge» a aquests militars i, fins a la data, l’homenatge s’ha limitat a aquest «reconeixement» formal del Govern mitjançant una declaració institucional publicada al BOE. Com a mínim és un començament. I encara resulta excessiu, si jutgem per la posició que ha mantingut el PP, per a qui les reparacions que s’havien de fer a aquests militars «ja estan fetes i no s’hi ha d’insistir».
Com recordava el fill d’un d’aquests militars, «la UMD es va autodissoldre després de les primeres eleccions, però els qui havien estat descoberts van passar per la presó i no van poder tornar a l’Exèrcit. En canvi, els seus companys de promoció franquistes van continuar pujant en l’escalafó, malgrat aquella transició democràtica que tant criticaven i amb la qual van estar a punt d’acabar el 23-F». És veritat que alguns d’aquells capitans i comandants que van veure truncades les seves carreres professionals ho van passar malament durant uns quants anys. Algun d’ells, com Juli Busquets, que va ser diputat socialista, van optar per continuar defensant els seus ideals des de la política, i altres, com el també traspassat Josep Maria Delás, van preferir fer sentir la seva veu en altres àmbits i amb discursos que anaven a vegades fins i tot més enllà del que era políticament correcte. L’enyorat Pepo Delás es va enrolar finalment en el pacifisme i va divulgar intel·ligents articles i conferències contra el comerç d’armes i la carrera armamentista, sent membre destacat de Justícia i Pau de Girona. Quedem, doncs, a l’espera d’un homenatge que sigui una mica més vistós.
viernes, enero 08, 2010
Una tercera via para el Sáhara Occidental
En treinta y cuatro días, Aminetu Haidar ha hecho más por la causa saharaui que toda la diplomacia mundial en treinta y cuatro años. No sólo ha conseguido ganar la simpatía y la adhesión de muchos que hasta ahora mostraban tibieza, sino que ha puesto en evidencia que, desde el punto de vista de la ética política, la razón de Estado nunca llega a estar a la misma altura moral que una acción radical no violenta, particularmente cuando ésta la lleva a cabo una solitaria mujer en huelga de hambre en un rincón de un pequeño aeropuerto. En realidad, las frías y cínicas diplomacias de los estados son incapaces de hacer frente a la grandeza moral de una acción de tal calibre, porque no están preparadas para jugar en el terreno de los valores. Por eso, la batalla de la opinión pública la ha ganado Aminetu, incluso en Marruecos.
La propuesta más justa y más sensata que se ha hecho hasta hoy ha sido la de celebrar un referèndum sobre la autodeterminación, pero creo sinceramente que esa vía ya es imposible. Argelia mantiene su apoyo a la autodenominada República Arabe Saharaui Democrática como uno de los frentes en su guerra particular con Marruecos. Y los refugiados saharauis siguen en Tinduf y sobreviven gracias a la ayuda humanitaria. El tiempo juega ineludiblemente a favor de Marruecos. Es por ello que los tímidos intentos de la comunidad internacional para llegar a acuerdos han sido siempre papel mojado. Al reino alauí sólo le ha interesado y le sigue interesando demorar la solución final. No ha aceptado ni aceptará jamás un acuerdo que suponga rebajar sus pretensiones de anexión del territorio y de asimilación por la fuerza de la población saharaui.
Por eso me parece oportuno volver a poner sobre la mesa la cuestión de una posible partición del territorio del Sáhara Occidental para dar una respuesta definitiva al problema. Si la comunidad internacional no lo impide, una vez más el pez grande va a comerse al chico. No hay que despreciar la actuación de NN.UU en el Sáhara: sin su presencia, la anexión por parte de Marruecos haría tiempo que se habría consumado. Las dimisiones y los fracasos de los enviados especiales y los intereses de algunas potencias, antes o después, van a acelerar el proceso por la via de los hechos y las decisiones se tomarán de forma precipitada. Por eso hay que volver a plantear nuevos escenarios. Uno de ellos, la partición del Sáhara Occidental. En el Acuerdo de Madrid, el territorio asignado a Mauritania era aproximadamente una tercera parte de los cerca de 226.000 km2 del total del territorio. Y Marruecos firmó ese acuerdo, lo que dejó en su día constancia escrita y solemne de su renuncia a esa parte del Sáhara. A partir de ahí, todo estaría abierto.
Otra frontera posible, más justa con los saharauis, pasaría por el paralelo 24. En ese caso, el territorio que les correspondería incluiría la ciudad de Dajla y su pequeña península, con lo que la zona saharaui mejoraría sustancialmente y, sobre todo, se podrían prevenir posteriores conflictos al evitar que hubiese un enclave marroquí prácticamente dentro de territorio de la RASD.
Sería, sin duda, una operación enormemente compleja, que debería ir precedida de nuevas conversaciones, discusiones y acuerdos y, posteriormente, traslados de población, intercambios de prisioneros y migraciones de personas en una y otra dirección. Esta fórmula significaría también la aceptación y el reconocimiento, por parte de la comunidad internacional, de un nuevo Estado en el Magreb. Y el compromiso de NN.UU de acompañar durante un tiempo todo este proceso, para asegurar que se llevase a cabo respetando los derechos humanos y cumpliendo con la legalidad internacional.
La propuesta más justa y más sensata que se ha hecho hasta hoy ha sido la de celebrar un referèndum sobre la autodeterminación, pero creo sinceramente que esa vía ya es imposible. Argelia mantiene su apoyo a la autodenominada República Arabe Saharaui Democrática como uno de los frentes en su guerra particular con Marruecos. Y los refugiados saharauis siguen en Tinduf y sobreviven gracias a la ayuda humanitaria. El tiempo juega ineludiblemente a favor de Marruecos. Es por ello que los tímidos intentos de la comunidad internacional para llegar a acuerdos han sido siempre papel mojado. Al reino alauí sólo le ha interesado y le sigue interesando demorar la solución final. No ha aceptado ni aceptará jamás un acuerdo que suponga rebajar sus pretensiones de anexión del territorio y de asimilación por la fuerza de la población saharaui.
Por eso me parece oportuno volver a poner sobre la mesa la cuestión de una posible partición del territorio del Sáhara Occidental para dar una respuesta definitiva al problema. Si la comunidad internacional no lo impide, una vez más el pez grande va a comerse al chico. No hay que despreciar la actuación de NN.UU en el Sáhara: sin su presencia, la anexión por parte de Marruecos haría tiempo que se habría consumado. Las dimisiones y los fracasos de los enviados especiales y los intereses de algunas potencias, antes o después, van a acelerar el proceso por la via de los hechos y las decisiones se tomarán de forma precipitada. Por eso hay que volver a plantear nuevos escenarios. Uno de ellos, la partición del Sáhara Occidental. En el Acuerdo de Madrid, el territorio asignado a Mauritania era aproximadamente una tercera parte de los cerca de 226.000 km2 del total del territorio. Y Marruecos firmó ese acuerdo, lo que dejó en su día constancia escrita y solemne de su renuncia a esa parte del Sáhara. A partir de ahí, todo estaría abierto.
Otra frontera posible, más justa con los saharauis, pasaría por el paralelo 24. En ese caso, el territorio que les correspondería incluiría la ciudad de Dajla y su pequeña península, con lo que la zona saharaui mejoraría sustancialmente y, sobre todo, se podrían prevenir posteriores conflictos al evitar que hubiese un enclave marroquí prácticamente dentro de territorio de la RASD.
Sería, sin duda, una operación enormemente compleja, que debería ir precedida de nuevas conversaciones, discusiones y acuerdos y, posteriormente, traslados de población, intercambios de prisioneros y migraciones de personas en una y otra dirección. Esta fórmula significaría también la aceptación y el reconocimiento, por parte de la comunidad internacional, de un nuevo Estado en el Magreb. Y el compromiso de NN.UU de acompañar durante un tiempo todo este proceso, para asegurar que se llevase a cabo respetando los derechos humanos y cumpliendo con la legalidad internacional.
(artículo que he publicado en La Vanguardia el 8 de enero)
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