Pero hay algo aún más preocupante: por algún extraño motivo, una buena parte de los internautas que publican comentarios a noticias en la red se comportan como energúmenos. No es nada nuevo y hace tiempo que puede comprobarse. Medios tan serios como The New York Times han dedicado al asunto algunos reportajes. Si juzgáramos a la población sólo por lo que leemos en los chats o en los comentarios que acompañan a las noticias de las versiones electrónicas de los periódicos, parecería que la mayoría es intransigente, racista, ultraderechista y que sólo sabe comunicarse mediante el insulto. Evidentemente, tiene mucho que ver en esto que se pueda actuar desde el anonimato y con impunidad, lo que otros medios no permiten. Pero entonces, ¿quiere ello decir que tantas personas, cuando pueden hablar sin identificarse, sienten la necesidad de insultar o de mostrarse tan primarias o tan radicalmente antisociales? ¿Es normal que sea así? ¿Tendrán algo que ver en esto los penosos debates y tertulias a grito pelado con que nos obsequian algunas televisiones?
Con razón, a la vista de estas y otras limitaciones de la red, hay cada vez más partidarios de regular y controlar más a fondo internet. De refundarlo. Se trataría de proteger al usuario y sus derechos, entre ellos el derecho a la intimidad, supuestament amenazado por las famosas redes sociales, que crecen como la espuma. También deberían protegerse el derecho a una información veraz y al honor de las personas. Pero como no todo es blanco o negro, al otro lado se sitúan quienes consideran que internet es el medio más libre que nos queda y el que supuestamente está menos controlado por las grandes corporaciones y los Estados. Para ellos, cualquier control de la red o legislación restrictiva sería una limitación a las libertades y a los derechos de la ciudadanía. El debate está servido y va a prolongarse durante mucho tiempo. Los insultos en la red, me temo que también.
(Artículo que he publicado en El Periódico 20/4/09)
1 comentario:
En los espacios para comentarios que se abren en los periodicos online he llegado a ver tal cantidad de insultos e improperios entre participantes que me han resultado hasta ofensivos como lectora. Insultos a los protagonistas de la información, al periodista, al medio, a otros comentaristas... Además de opiniones sin fuste que poco tienen que aportar a nadie, más que permitir el desahogo de quien las deja. Bienvenidos sean los comentarios que nos enriquecen. El resto ¿son realmente necesarios? ¿Dónde ponemos los límites? Como bien dices, el debate está abierto.
Publicar un comentario