El mercado de rosas en manos de una multinacional
(extracto de un artículo de Gustavo Duch)
Como una tradición complementaria a la diada de Sant Jordi, el día después aparecen las estadísticas de venta de rosas y podemos saber si este año la crisis les ha afectado mucho o poco, qué variedad ha sido la más solicitada y, si buscamos un poco más, quién produjo las rosas que hemos regalado, es decir, a qué población ha beneficiado económicamente una fiesta tan singular.
Aunque se saborean y disfrutan, las flores no se comen, y quizás por ello puede parecer menos vital pero es preocupante que, igual que en otros sectores agrícolas, Catalunya requiera de la importación de flores para cubrir la demanda. Y no sólo la del día de Sant Jordi, sino la del resto del año. Por eso, desde hace un tiempo, en el listado de proveedores de rosas aparecen países latinoamericanos como Colombia o Ecuador y países africanos como Kenya. Las organizaciones sociales que analizan este modelo agrario globalizado repiten que detrás del negocio de comercialización internacional de flores se invisibiliza a miles de hombres y mujeres explotados, en viveros con mala gestión medioambiental, con sus derechos laborales violados y trabajando en malas condiciones. Pues bien, según cifras recogidas por GRAIN, y extrapolando datos europeos, actualmente una de cada nueve rosas llegan de una única multinacional de la flor cortada, la hindú Karuturi Global Ltd, que en sus viveros de Etiopía y Kenya produce 580 millones de flores anualmente.
Repasando el terrorífico historial de Karuturi, encontramos dos nuevas injusticias muy propias del catálogo capitalista que tanto se lleva: el acaparamiento de tierras y la evasión de impuestos, y las dos pueden añadirse al conjunto de prácticas que nos permite afirmar que, además de ahogar a los viveros del Maresme, a quien no benefician, ténganlo por seguro, es a la población campesina de esa zona de África.