Roberto Aguirre
Un flagelo que azota a Latinoamérica
Las multinacionales Monsanto y Syngenta han copado el mercado con dospoderosos agrotóxicos, el Roundup y el Gramoxone
Las consecuencias de un modelo agrotécnico que se está cobrando la vida de los campesinos
A partir de la década de 60 se implementó en América Latina un nuevo modeloagrícola relacionado a la tecnología genética y al uso de químicos paraobtener mejores rendimientos. Más de cuarenta años después, este modelo estálejos de ser un instrumento de desarrollo o de soberanía alimentaria y, muypor el contrario, se ha convertido en una maquinaria de dominación, muerte ybeneficios para unos pocos.Sucede que las grandes corporaciones del agro, el Fondo MonetarioInternacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), han logrado, con la complicidadde los estados neoliberales, imponer el monocultivo para la exportación amodo de una nueva distribución internacional del trabajo.
Los beneficios para ellos no son pocos: las corporaciones que venden semillas transgénicasy agrotóxicos tienen ganancias millonarias, al tiempo que la renta de lasexportaciones sirve para pagar la deuda externa de los agobiados paíseslatinoamericanos. Ni la soja de Argentina, Brasil y Paraguay, ni las bananaso el algodón de los países centroamericanos sirven para calmar el hambre delos pueblos, más bien sirven para alimentar las arcas del sistema.Mucho se ha dicho sobre los perjuicios que este modelo trae paraLatinoamérica y para los campesinos. Normalmente se habla de laconcentración y el agotamiento de las tierras, de la proliferación de lostransgénicos, de la baja rentabilidad y de la intromisión de las grandescorporaciones en las políticas nacionales.
Mientras tanto, un asesinosilencioso recorre América Latina, cobrándose miles de vidas al año: losagrotóxicos, piezas esenciales de un modelo al que no le importa matar a lospobres, mientras pueda extraerse de ellos y de sus tierras hasta la últimagota.Según la FAO (Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) losplaguicidas son causantes de 20 mil muertes accidentales al año, y 200 milsuicidios. Otro dato publicado por la OIT (Organización Internacional delTrabajo) en 1994 afirma que ese año hubo entre dos y cinco millones de casosde envenenamientos por plaguicidas, en sólo 40 mil establecimientosrelevados. Por otra parte, cabe destacar que no hay forma de relevar laspeligrosas intoxicaciones crónicas, o bien las que son tratadas por sussíntomas sin saber nunca cuales fueron las causas. De la misma forma, esimposible saber la cantidad de envenenamientos por los que no se hace unaconsulta médica.El Roundup es el agrotóxico más vendido del mundo. Se trata de un herbicidacon Glifosato como principio activo, que es comercializado por lamultinacional Monsanto.
La organización no gubernamental PANNA (PesticideAction Network North America), representada en América Latina por la RAP-AL(Red de Acción en Plaguicidas), presenta un cuadro de su situaciónempresarial. En 2004 tuvo 5.457 millones de dólares en ingresos, de loscuales 709 millones correspondieron a la venta del Roundup. Su oficinacentral se encuentra en el estado de Missouri, Estados Unidos, y está entrelas cinco empresas de agronegocios y biotecnología más importantes delmundo.Monsanto fue la empresa que desarrollo el mortífero ³agente naranja² durantela guerra de Vietnam y ahora le toca el turno al Roundup.
Sobrados son los estudios que demuestran la toxicidad, los efectos cancerígenos y reproductivos, la acción mutagénica y la contaminación de alimentos queproduce el Glifosato, su principio activo. También es verdad que elGlifosato no es tan tóxico como otros herbicidas, pero el Roundup poseeelementos inertes que no son especificados en las etiquetas del producto, yque son altamente tóxicos. Asimismo, se convirtió en el más vendido delmundo luego de que Monsanto largara al mercado la soja RR (Roundup Ready),especie genéticamente modificada para resistir el Glifosato. La multinacional se aseguró que sus semillas transgénicas se esparcieran porAmérica Latina (en Argentina la soja RR ya llega a un 90 por ciento de laproducción), para generar un mercado para el Roundup. Un negocio redondo.La precariedad en la que trabajan los campesinos pobres de América Latina,los expone aún más a los perjuicios de los agrotóxicos. En principio, noutilizan el equipo de aplicación necesario para no mojarse con losproductos, y prevenir así envenenamientos cutáneos. Muchos de ellos sonanalfabetos, y se ven imposibilitados de leer los marbetes o rótulos queindican las formas de aplicación y los cuidados que debe tenerse.
A pesardel riesgo al que están expuestos, los campesinos, quinteros o chacarerosoptan por comprar productos como el Glifosato, debido a la necesidadimperante de tener altos rendimientos, cosa que en muchos casos ni siquieraocurre. Mientras ellos gastan cientos de dólares en agrotóxicos e inviertensu salud para lograr mantener a sus familias, los ejecutivos de Monsantoganan cientos de miles de dólares al año, y sin tocar una gota del venenoque producen.Uno de los casos de intoxicación por Glifosato que tomó repercusión públicafue el del pequeño Silvino Talavera, un niño paraguayo de 11 años que murióluego de que un vecino lo rociara mientras fumigaba con su máquina.
También tomó repercusión el caso de los 500 residentes del barrio Ituzaingó Anexo dela ciudad argentina de Córdoba. Se trata de un vecindario condenado por laaspersión de Glifosato, donde se dieron varios casos de cáncer, leucemia ymalformaciones congénitas desde que se vio cercado de predios plantados consoja, sobre los cuales se rocía el veneno desde aviones.El segundo agrotóxico más vendido en el mundo es el Gramoxone, producto abase de Paraquat, un potente y mortífero herbicida. Es comercializado por lamultinacional Syngenta, probablemente la empresa más importante del mundo enventa de plaguicidas. Según los registros de PANNA esta empresa tuvoingresos en el año 2004 por 7.300 millones de dólares, de los cuales más de300 fueron por la venta de Gramoxone. Su oficina central se encuentra en laciudad de Basilea, Suiza, y es conocida la gran inversión que realiza encabildeos. Un ejemplo es el acuerdo por 25 millones de dólares que mantienecon la Universidad de Berkeley situada en California, institución que seencarga de hacer tendenciosas investigaciones sobre las potencialidades delos agrotóxicos.
El libro ³Paraquat, el controvertido herbicida de Syngenta², de John Madeley(editado en español por RAP-AL), releva gran cantidad de datos sobre esteagrotóxico. En particular, refiere al enorme lobby de Syngenta para que elParaquat no sea considerado de peligrosidad. Sin embargo, según estudios dela OMS (Consecuencias sanitarias del empleo de plaguicidas en laagricultura. Ginebra, 1992), la PNUMA (Programa de las Naciones Unidas parael Medio Ambiente) y el IARC (Agencia Internacional para la Investigaciónsobre el Cáncer) este agrotóxico produce dolores de cabeza, temblores,diarreas, insuficiencia respiratoria, alta toxicidad aguda y efectosirreversibles en el pulmón y riñones; provoca el desarrollo de edema yfibrosis pulmonar y afecta el sistema cardiovascular. También son riesgosasla penetración cutánea, la inhalación y absorción a través de heridas, y nose conoce antídoto para la intoxicación por ingestión. Precisamente por estaúltima consecuencia es que el Paraquat se utiliza mucho en casos desuicidio; Como aclara John Madeley, alcanza con una cucharada para produciruna muerte segura.
El Gramoxone es muy utilizado en el cultivo de bananos en Costa Rica. Más deuna cuarta parte de los envenenamientos anuales que se registran tienen quever con Paraquat. Entendiendo la problemática, el Ministerio de Salud, juntocon varias ONG, emprendieron distintas campañas para reducir su uso, y elcaso de intoxicaciones bajó drásticamente. Por otra parte, hay un factor quelo hace más peligroso, y es que su precio ronda sólo los 10 dólares. Estolleva a que por su bajo costo y su alto poder herbicida, los campesinos loutilicen mucho, aún pagando el alto precio de exponer sus vidas.No por ser los más comunes, el caso del Glifosato y del Paraquat son losúnicos. Hay decenas de agrotóxicos que se integran al modelo agrotécnico yque son extremadamente nocivos. El caso más resonante es el de losorganoclorados que forman la llamada ³docena sucia². Se trata de compuestosde alta peligrosidad, toxicidad y residualidad, que (en su mayoría) seencuentran prohibidos, pero se continúan usando en muchos lugares deLatinoamérica.Un ejemplo concreto es el del clordano, un agroquímico sumamente nocivo.
EnArgentina, por ejemplo, este compuesto se encuentra prohibido para todo uso,y aún así es posible conseguirlo dentro de un mercado negro que, lejos deser aislado, parece más bien sistemático. Un trabajo de la Cátedra deToxicología y Química Legal de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de laUniversidad Nacional de Buenos Aires, demuestra que hay una concentración declordano en los lácteos de consumo infantil. El contacto de las vacas conpasturas fumigadas produce la residencia del compuesto en la leche. Esto demuestra que el compuesto aún está presente, a pesar de que fue prohibido en Argentina en 1998.
De la misma forma, tampoco corresponde adjudicar toda la culpa de lainserción de estos productos mortales a las empresas que lo comercializan.Casi todos lo países de América Latina suscribieron al Código Internacionalde Conducta para la Distribución y Utilización de Plaguicidas de la FAO, queestipula que el estado debe tener poder de policía y controlar laproducción, venta y utilización de los agroquímicos. Sin embargo, muchosgobierno miran para un costado, dejando que estos ³venenos legales² asesinena los campesinos. Basta con mencionar que en casi todos los países del ConoSur y algunos de Centro América, no existe legislación o restricción algunasobre el Glifosato o el Paraquat: ambos son de venta libre, y están alalcance de cualquiera.Este modelo, que tiene a la muerte como ingrediente estructural, se hacefuerte ante la indiferencia de los gobiernos latinoamericanos.
Sin embargo,ya se están dando varias manifestaciones en contra de los agrotóxicos comoel modelo de agricultura tradicional u orgánica impulsado por el MovimientoSin Tierra en Brasil; la planificación de huertas familiares con pocosinsumos químicos y una mayor distribución de la producción, apoyadas por elgobierno de Cuba; o el no del presidente de Venezuela Hugo Chávez a lostransgénicos y agrotóxicos, en el II Encuentro de Solidaridad por laRevolución Bolivariana. A pesar de esto, está claro que es una lucha de desproporciones, donde las multinacionales seguirán presionando por este modelo agrotécnico de dominación y esclavizando los cuerpos de los campesinos pobres de América Latina por medio de los agrotóxicos.
sábado, septiembre 30, 2006
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